El Poder del Amor Incondicional
Reflexiones sobre la Naturaleza Humana
Exploración de la dualidad entre el amor y el pesimismo, y cómo estas fuerzas influyen en la percepción de la vida y las relaciones.
Un análisis del sacrificio y la entrega, mostrando cómo el amor puede trascender incluso las visiones más sombrías de la existencia.
¡Chau Luis!
El Diablo a las 12.
Estuvo unos días a mi lado,
un caballero,
ciertamente pintón,
siempre bien vestido,
le gusta afeitarse todos los días.
Le di el mejor lugar en mi casa,
le di mi habitación,
me relegué a otra habitación
que no usaba.
Lo atendí con amor y cuidado,
lo guie a todos lados
y tuvimos charlas extensas
donde él me dio su visión
de todos los seres humanos,
su indeclinable pesimismo
acerca de la naturaleza humana.
Me dijo innumerables veces,
que mi fe no tiene sentido,
porque la mayoría no piensa,
no siente, y no actúa así.
Nuestros puntos de vista
siempre irreconciliables en un determinado punto.
Entre mi fe, mi esperanza
y su increíble visión realista.
¡Y cuando ante alguna mención mía,
a la cual no podía desenvolver,
decía «no sé!»
No afirmaba no saber,
decía «no sé»
como una forma de apoyar
tanto amor y fe en mí,
sabiendo interiormente
que lo mío,
es un inmenso tiempo perdido.
Le dije que lo veía,
que veía el pasado, presente y futuro de él,
que conocía todo,
todo lo que había hecho,
lo que estaba haciendo, y lo que haría.
Me miró y se mantuvo en silencio.
Así pasaron varios días de dos semanas,
y en varios tramos de las charlas,
hurgo buscando inconsistencias,
sentimientos ocultos,
acciones oscuras o violentas
aun en su más mínima expresión.
Me habló del pasado
me contó de ustedes,
de como actuaron,
todo lo que hicieron,
como fueron defraudados,
me habló de vuestras ilusiones
y vuestras desilusiones.
De como fueron usados,
y luego echados al fuego,
al abandono,
a la soledad, al desamor.
Le dije,
con lágrimas en los ojos,
que todo lo que me contó
me lleva a amarlos y a acompañarlos
hasta la eternidad.
¿Le dije,
sabes cuantos te han dado su alma
a cambio de lo tuyo?
No me contestó.
¿Le dije yo doy mi vida por ti,
por todos los tuyos,
por todos los que acompañan tu acción,
la doy y sabes por qué?
¡Por Amor!
Por ese mismo amor,
doy mi vida y mi eternidad
por todos los hijos de Dios,
y mi Padre,
puede tomarme y desaparecerme.
Si así es su voluntad,
y por amor a toda la creación
allí iré o desapareceré.
Porque es el amor del Padre,
por lo único que vale la pena existir.
Y ese amor, no discrimina.
¡Es para todos!
Al cabo de dos semanas,
observó que no lo intentaba convencer,
solo le trasladaba mi amor.
Él me respetó,
tampoco intentó convencerme.
Solo compartió un tiempo juntos,
un tiempo de una charla hermosa y fecunda.
Cuando se fue,
lo vino a buscar un vehículo
y cuando estaba por subir,
con su mano izquierda
sobre mi hombro izquierdo,
hallándose él a mi lado derecho,
me da un beso
y me dice
«Chau Luis»
¡Lo saludé con amor!
Y Él un caballero,
se subió al auto
que lo llevaría,
y sin girar la cabeza hacia mí,
levanto su mano derecha,
mientras el auto se alejaba.